La Azucarera de La Puebla de Híjar: Huellas en el presente y revoluciones del pasado


POR ROMÁN SIERRA BARRERAS

Cuando hablamos de la Azucarera del Bajo Aragón de La Puebla de Híjar, su historia y su patrimonio nos encontramos entre esa delgada línea que a veces es complicado delimitar entre historia y memoria.

La Memoria Histórica pone en relación diferentes factores como la historiografía, el patrimonio, la representación del espacio, los símbolos, modelos sociales y la política.

En España hasta muy recientemente no había prácticamente estudios sobre el papel fundamental que juega el olvido en la construcción de la memoria colectiva. En Francia, con una tradición historiográfica muy rica, prestigiosos historiadores han abordado este tema en profundidad[1], lo que ha permitido abrir un nuevo campo de estudios que ha generado una dinámica de estudio e investigación sobre esta cuestión de la memoria y sus efectos.

Dice Pierre Nora que la memoria surge cuando está desapareciendo el hecho al que se refiere, es algo subjetivo colectivo que se vive de forma individualizado, en lo que lo simbólico y lo mágico tienen gran peso y por lo tanto afectiva y emotiva. La Historia se basa en hechos comparados, entrecruzados que intentan aplicarse dentro de un marco explicativo y que exige un discurso crítico.

Son muchas las huellas en el presente que encontramos, aunque el olor a melaza hace tiempo desapareció. Aunque del complejo industrial sólo queden en pie los almacenes de pulpa y azucar, el propio barrio de La Estación es un vivo recuerdo. Las casas de los trabajadores, la imponente casa del director e incluso las acacias espinosas que marcaban el límite de su huerto lamentablemente arrancadas recientemente. Pero quizá la huella más profunda es la que está desapareciendo en estos momentos, la huella de los que vivieron La Puebla en su apogeo, la de los remolacheros y azucareros, la de los proletarios de fábrica y la de los agricultores, la de los patronos y obreros, la de las salas de baile, las de la fabricación del azucar, la de las huelgas, la que conformó el carácter de un pueblo que fue arrancado de cuajo de una sociedad agrícola a la revolución industrial.

De esa Memoria desaparecida, de ese patrimonio inmaterial, de esas revoluciones del pasado es donde quiero centrar principalmente mi intervención de hoy.

La Puebla de Híjar es el sujeto de estudio debido a su pasado como núcleo rural donde la modernización hizo acto de presencia con una mayor fuerza. Se hizo a través del ferrocarril (1879) y la industria azucarera (1912).

Sobre estos dos ejes modernizadores la vida de este pueblo cambiará radicalmente. Hasta entonces era completamente agrícola con explotaciones minifundistas, con unas relaciones basadas en la familia y en las formas de explotación  de la tierra, destacando la aparcería. La economía era básicamente de subsistencia y la emigración había comenzado.

Con la construcción de una estación de ferrocarril y la instalación de una industria de la Sociedad General Azucarera, el universo de sus habitantes cambió. La Puebla de Híjar se convirtió en receptor de la población, la llegada de nuevas personas fue también la de nuevas ideas, acompañado de un cambio económico y social.

El cultivo ya no se hacía para uno mismo, la producción agrícola se especializó hacia la remolacha que se convirtió en el motor de la economía. Se dejó de depender, en gran medida, de los mayores propietarios para poder tener trabajo. En ese momento el obrero agrícola comenzó a desarraigarse de la tierra. Era un proceso largo, se pasaba de trabajar la tierra para vender remolacha y trabajar durante la campaña en la fábrica, a poder entrar a trabajar a tiempo completo.

La sociabilidad es otro factor a tener en cuenta. La proliferación de casinos, centros, agrupaciones deportivas, sindicatos, etc. muestra un impulso del asociacionismo sin precedentes. En estos lugares de sociabilidad, se leyó, se discutió y se intercambió información, por lo que destacan su estudio como vertebradores del pensamiento y las ideas. El proceso de la sociabilidad va de la mano, en esta época, con el fenómeno del asociacionismo. La Puebla de Híjar muestra un buen número de asociaciones.

El estudio local de La Puebla de Híjar nos muestra una sociedad rural en la que se daban unos cambios más rápidos y más perceptibles que los mostrados en otros estudios locales. Se podría comparar con la historia de los diferentes núcleos azucareros que hubo en Aragón, con núcleos mineros o con núcleos donde observáramos de manera clara la introducción del capitalismo en el campo. Estos núcleos eran minoría en Aragón y en la sociedad española en general pero no por ello debemos desechar su estudio. Es un buen escenario sociológico donde el historiador puede encontrarse con el choque de dos mundos diferentes (el rural y el urbano), bajo forma de ideologías y puede observar los diferentes procesos que se dan con la introducción del capitalismo.


La Puebla de Híjar. Demografía y sociedad.

La Puebla de Híjar en el periodo que nos ocupa estaba situada en el partido judicial de Híjar. La Puebla había sufrido una consolidación de su población y un ligero aumento desde los años 20, aunque probablemente este fenómeno venía desde la fundación de la azucarera en 1912.

Año
Nº Habitantes
1920
2.724
1924
2.822
1935
2.914

El analfabetismo en 1930 en el partido judicial de Híjar afectaba al 50,16% de la población. En La Puebla de Híjar, los cuales tenían sus cotas entre el 45-50%, situándose más próximos a la media de la provincia de Teruel estimada entre el 45,6% y el 46,2%. Debemos decir que el índice de analfabetismo en La Puebla de Híjar era mayor que la media de Aragón, estimada en el 40,9%, y de España, 42,3%.

Aunque la mejoras durante la República en el aspecto educativo son evidentes ya que en el censo de 1935, 703 habitantes de 2914 censados no sabían ni leer ni escribir y no estaban en edad escolar. Lo que representaba el 24,12% de la población que en su gran mayoría eran mujeres[2].

La Puebla de Híjar estaba situada en el partido judicial de Híjar donde la riqueza estaba muy mal repartida, aunque en La Puebla estaría mejor que en la cabecera del partido.

La concentración de la riqueza rústica entre 1930-1940 (índice GINI x 100) el partido judicial tenía una media de 30,98, pero con grandes diferencias entre una población a otra. En La Puebla era menor al 30 sin embargo en Híjar el índice se situaba entre el 50 y 60[3], lo que nos daría una pista de su fama como pueblo de terratenientes.

La propiedad de la tierra, un tema muy importante para entender muchas tensiones de la II República. Existía un gran número de propietarios ínfimos (78,70%) y de menores propietarios (60,20%), eran escasos los medianos.

En La Puebla de Híjar existieron fuertes propietarios foráneos, como los dueños de la finca denominada la Romana y la Romaneta, o el caso de Justina Esponera, vecina de Híjar.

Sin embargo, los mayores contribuyentes vecinos de La Puebla de Híjar por riqueza rústica no lo son tanto si los comparamos con los de otros pueblos. Un ejemplo el mayor contribuyente territorial de La Puebla, Sinforiano Lacalle (358,13 ptas.)[4], no estaría entre los veinte mayores contribuyentes por rústica en Híjar[5].
De los 2917 habitantes de La Puebla, 987 tenían un trabajo remunerado, en su gran mayoría hombres. Sólo en el sector del servicio doméstico era donde encontramos el predominio femenino, pero este sector solo representaba el 1,42%.
Los oficios más importantes de la sociedad poblana eran:

Oficio
% sobre población activa
Jornaleros
61,8
Labradores
10,13
Empleados
2,73
Propietarios
2,43
Comercio
2,03

Resumiendo, en La Puebla de Híjar existía una sociedad dividida en el mundo del trabajo por la posesión de la tierra y la cualificación. Habría una gran mayoría de pequeños o ínfimos campesinos que debían recurrir al trabajo asalariado para completar sus escasísimos ingresos. Este dato es muy importante tenerlo en cuenta para comprender la tragedia que significó para la mayoría de los poblanos la crisis azucarera. La base de la economía fue el cultivo de la remolacha y el trabajo en la azucarera del Bajo Aragón.

Frente a esta mayoría existió una minoría de medianos agricultores que tenían las posesiones suficientes para no tener que recurrir al trabajo asalariado y aquellos que se dedicaban al comercio o eran industriales.

Las industrias que se desarrollaron aparte de la azucarera fueron la aceitera, la jabonera, harinera y la de abonos. Aquí llegamos a lo que el profesor Forcadell denomina las dos almas del campesinado. Una que es la de campesino y propietario que cuando es la dominante tiende a reforzar a los conservadores y la de proletario que tenderá a posiciones de izquierda[6]. En La Puebla los pequeños e ínfimos propietarios se emplearan como jornaleros en el ferrocarril, la azucarera o para otros mayores propietarios. Poco a poco se fueron desligando de la aparcería y del tipo de relaciones con los mayores propietarios, pasando a tener la relación laboral entre su pequeña propiedad y su trabajo en la empresa. Un proceso que podríamos definir como proletarización.

Era también una sociedad que se comenzaba a salir del analfabetismo con un gran avance en época republicana, y con gran esfuerzo de las sociedades obreras de La Puebla.

La Azucarera del Bajo Aragón hasta la Guerra Civil[7].

La azucarera del Bajo Aragón fue fundada en 1912 en La Puebla de Híjar, construida en esta población por la presencia del ferrocarril y continuando una expansión de este sector en tierras aragonesas.

La instalación de la empresa fue sin duda el motor de transformación en todos los sentidos de la vida del municipio y de toda la comarca. Fue una transformación a nivel demográfico ya que La Puebla de Híjar se convirtió en un centro de atracción de población, ante una emigración a la ciudad que había comenzado poco antes.

A nivel económico fue una verdadera revolución, la agricultura tradicional dio paso a la especialización del sector  con el cultivo de la remolacha azucarera. Igualmente el ritmo de vida económica cambió radicalmente marcado por las pautas de este cultivo. Existió una proletarización del campesinado; los “poblanos” hasta aquel momento se dedicaban plenamente a las labores agrícolas, salvo una minoría que eran ferroviarios o se dedicaban al comercio. Desde la puesta en marcha un número importante se dedicaran plenamente como obreros azucareros, pero mayor será el número que tras la venta de la remolacha a la azucarera, trabajaban durante la campaña del azúcar. Es difícil determinar el cambio que significó la implantación de la azucarera en la vida cotidiana de los “poblanos” pero sin duda lo produjo.

Podemos llegar a pensar que las redes clientelares existentes hasta entonces y basadas sobre todo en relaciones emanadas por la posesión de la tierra, su trabajo y su usufructo, sufrieron una transformación e incluso pudieron llegar a desaparecer en gran medida, dando paso a una lucha de clases por el control político cuando el marco de las libertades lo permitió.

No parece descabellada esta idea a la luz de los hechos ocurridos durante la II República y la organización de un movimiento obrero fuerte. Aunque debemos resaltar que este movimiento obrero seguía teniendo objetivos relacionados con viejas aspiraciones campesinas. Por lo que debemos considerar esta doble realidad, representada sobre todo por el trabajador temporal de la fábrica.

Según algunos estudios la introducción de la remolacha como cultivo produciría un cambio social acompañando a una movilidad en la propiedad de la tierra[8].

Según esta explicación son tres las razones que lo produce:
Con la aparición del cultivo de la remolacha la industria azucarera absorbe parte de mano de obra jornalera repercutiendo en una merma de la oferta de fuerza de trabajo con su consiguiente elevación de precio a corto plazo.
Este cultivo exigía un mayor número de obra, no tenía grandes riesgos y tenía un gran valor añadido en bruto. Lo que lo hizo configurarse como el cultivo por excelencia del regadío. Esto provoca un cambio en las relaciones de producción entre el patrón y el aparcero, quien obtenía unos ingresos mucho mayores que con otros cultivos, además su estacionalidad permitía la rotación.
El tercer factor es la consecuencia de los anteriores, es decir, el encarecimiento de los jornales agrícolas y el incremento en la capacidad financiera de aparceros y medieros llevarían a un proceso distribuidor de la tierra.

Según datos de Luis Germán Zubero la azucarera del Bajo Aragón tuvo unos 350 trabajadores que rondarían entre 500 y 600 en época de campaña. Parte de ellos provenían de otras azucareras y con ellos también llegó las primeras organizaciones obreras.

No nos equivocaremos al suponer que en la azucarera nacieron numerosas organizaciones que tendrán su reflejo fuera de ella. Tenemos datos  de la existencia de una Sociedad Cooperativa de Consumo de Obreros Azucareros que existía desde los años veinte[9], aunque no sabemos la fecha de su fundación ni su inspiración, funcionó durante la dictadura primorriverista.

Antes de este periodo, en 1921, trabajadores de la fábrica pretendieron fundar un “grupo sindicalista disidente”[10], que no era sino un sindicato afín a la Confederación Nacional del Trabajo, y por lo que fueron despedidos. Esta denominación como grupo sindicalista “disidente” nos puede llevar a la conclusión que existía otro sindicato del que no tenemos más noticias.

Será con la llegada de la República cuando asistiremos a una explosión del fenómeno asociativo en la fábrica, paralelamente a lo existente fuera de ella.
Aparece la Sociedad de Socorros Mutuos de empleados y obreros de la azucarera del Bajo Aragón[11] , al igual que la cooperativa desconocemos su inspiración.
Pero será la época del sindicalismo, ya que estas asociaciones adquirieron el protagonismo.

Debemos recordar que los obreros azucareros en general en toda la región habían estado integrados dentro del anarcosindicalismo, pero desde 1930 el sector estaba en una profunda crisis. El Sindicato de azucareros y Alcoholeros no pudo resistir esta difícil situación y se escindió de la CNT.

Por la otra parte la UGT fundó el Sindicato Nacional Azucarero y de Alcoholes Industriales que absorbió a los trabajadores del sector. Así fue en la Azucarera del Bajo Aragón, que además nunca pudo tener un sindicato de inspiración cenetista.

Si nos ceñimos a los datos aportados (541 afiliados) por el Censo de la Federación Provincial de la UGT de 1932[12], la practica totalidad de los trabajadores de la fábrica, incluidos los trabajadores de campaña, estarían afiliados a este sindicato.  El presidente de este sindicato era Pedro Sanz Gimeno, uno de los fundadores de la Agrupación Socialista local.

Este sindicato afín a la UGT fue el hegemónico durante toda la II República, pero tras una asamblea de trabajadores, en junio de 1935 se constituyó el Sindicato Profesional de la Industria Azucarera que sospechamos era afín de la CNT, ya que el solicitante[13] era uno de los anarcosindicalistas de 1921.

El Sindicato Nacional Azucarero y del Alcohol Industrial estaba formado también por remolacheros, por el gran número de afiliados y por la inexistencia de una sección de la Federación de Trabajadores de la Tierra en La Puebla de Híjar hasta la guerra civil.

El anarcosindicalismo estará muy ligado a la aparición de La Azucarera del Bajo Aragón[14]. Debemos situar éste en el contexto de la creación de los Sindicatos Únicos en 1919, lo que se extendió rápidamente a las federaciones anarcosindicalistas de todo el país a través de una intensa campaña de propaganda realizada por el nuevo Comité Nacional de la CNT[15]. La mayor representación de los sindicatos de Aragón en el congreso nacional fue la de los azucareros con una afiliación cercana a los 8.000 trabajadores, la mayoría de los cuales eran de poblaciones de los valles del Ebro y Jalón.
Este contexto de penetración del anarcosindicalismo en el medio rural, con un fuerte arraigo en los obreros azucareros y con un núcleo cenetista cercano geográficamente nos lleva a suponer que en La Puebla de Híjar pronto se constituiría un sindicato de estas características.

En 1921 se da un conflicto social en la azucarera. Un grupo de obreros pretende fundar un sindicato de filiación cenetista y la empresa los despidió empujándolos al paro. Este grupo de despedidos serán quienes fundaron el Sindicato Único de Oficios Varios de La Puebla de Híjar, pero para ello tuvieron que esperar 15 años.

El periodo republicano parecía que podía abrir esa posibilidad en un sector donde sus obreros hasta la dictadura estaban principalmente encuadrados en la central anarcosindicalista. Pero desde 1930 el sector azucarero entró en una profunda crisis. El Sindicato de Azucareros y Alcoholeros, adheridos en 1931 a la CNT, no pudo resistir esta difícil situación y se escindió, “permaneciendo la mayoría de sus miembros al margen de la central anarcosindicalista”[16] La principal beneficiada fue la UGT, que creó el Sindicato Nacional Azucarero y de Alcoholes industriales que absorbió a los antiguos afiliados cenetistas.

La fundación del sindicato de la CNT en La Puebla fue realizada “por elementos de la Fábrica Azucarera, dando lugar a algunos incidentes callejeros”[17]. Seguramente el ambiente optimista tras el congreso de mayo de 1936 que la CNT celebró en Zaragoza, fue el detonante para la fundación en La Puebla pocos días después de su finalización. El sindicato de La Puebla vivió una experiencia nueva, entre sus  51 fundadores encontramos mujeres[18], aunque nunca ocuparon puestos importantes dentro del sindicato, hasta entonces ninguna organización política había integrado poblanas.


La crisis del sector azucarero en La Puebla de Híjar.

Estas asociaciones tuvieron mucho trabajo ya que una gran crisis se dio en el sector azucarero y parece que con las consecuencias más trágicas para la azucarera situada en La Puebla. La zona remolachera que producía para la fábrica era un corredor que iba desde La Cartuja hasta Caspe (99 km.) Era considerada una zona dispersa, 14.480 Ha. de regadío,  con inconvenientes para el transporte debido a la presencia del río Ebro[19].

La crisis viene por una sobreproducción. La producción azucarera del Valle del Ebro que representaba en 1922-1923 el 68% del país, pasó al 44% en 1931-1932. La sobreproducción se agudizó por los años de buenas cosechas, lo que según el COCI llevó a tener un sobrante de unas 100.000 Tn[20]

¿Pero cómo afecto esta crisis a los habitantes de La Puebla? Podemos afirmar sin ningún tipo de dudas que fue una verdadera catástrofe para los trabajadores, tanto remolacheros como los obreros azucareros.

Debemos analizar que la mayor fuente de ingresos de los trabajadores de esta población, y en gran medida del entorno, provenía de la azucarera. Podía ser simplemente como trabajadores de la empresa durante todo el año, que Luis Germán Zubero calcula en unos 450 en 1932[21], para a pasar a ser  la mitad antes de la guerra, según un informe pudo pasar a 160 obreros fijos y entre 700 a 800 durante los dos o tres meses de campaña[22]. Es decir unos 250 trabajadores habrían sido arrojados al paro forzoso.

Debemos añadir que muchos trabajadores contratados para la campaña ya no lo volverían a ser o sería durante mucho menos tiempo. Este grupo pertenecerían aquellos trabajadores rurales que cultivaban la remolacha para la azucarera y eran contratados para la temporada de máxima producción. Y sufrieron no solo este castigo ya que desde 1933 se redujo drásticamente el terreno cultivable y las cuotas de admisión de remolacha debido a la sobreproducción. Quien pudo tener un contrato tuvo que ajustarse a unos nuevos precios mucho más bajos a lo largo del periodo republicano:

Año
Pesetas por Tn
1932
82
1933
71 (61)
1934
?
1935
66
1936
74 (69)

A esto debemos restarle el precio de la semilla que vendía la propia empresa a 2,50 pesetas el kilo y en la resiembra a 4,50[23], y los precios de los abonos que también fueron vendidos por la fábrica y que debía tener un precio excesivo ya que fue denunciado por los socialistas turolenses[24]. Por lo que podemos afirmar que el resultado para el trabajador fue realmente desastroso.


El Asociacionismo: bailar, leer, debatir, jugar, luchar y hacer política.

La modernización de la vida en La Puebla de Híjar tiene su reflejo en la sociedad. Nos encontramos ante el pueblo con mayor nivel asociativo de su partido judicial y posiblemente de los mayores de la provincia de Teruel.

El asociacionismo debemos contemplarlo como la respuesta de la sociedad ante unas inquietudes y unas necesidades. Esta claro que en La Puebla de Híjar el nivel de asociacionismo es mayor debido a la paulatina modernización de su economía, lo que hará que las formas tradicionales de organización no sean ya validas, y por la penetración de las nuevas ideas.

La explosión del asociacionismo en este pueblo es a partir de los años 10 y 20. Pero será durante los años republicanos cuando mejor podemos observar este fenómeno, ya que la coyuntura de libertades hará nacer asociaciones que hasta entonces estaban clandestinas o no podían existir.

La llegada de la azucarera tiene mucho que ver en el auge del asociacionismo por numerosas razones: la implantación de una nueva forma de trabajo, la llegada de nuevos habitantes con nuevas ideas, el crecimiento de población, etc.

Pero de un nuevo asociacionismo ya que se mantuvo la presencia del Sindicato de Riegos, cuya función reguladora de los aprovechamientos apenas había sufrido transformaciones con el paso del tiempo. En el mundo de la industria azucarera aparecieron las ya mencionadas cooperativas, sociedades de socorros mutuos y los sindicatos.

Si algo fue destacable en el asociacionismo de principios de siglo fueron los casinos. Estas asociaciones de carácter lúdico, en ellas junto a bailes y fiestas se desarrollaron también actividades culturales como representaciones teatrales o veladas literarias, se equipaban con una biblioteca… pero sobre todo eran lugares de socialización. Su origen era aristocrático y urbano, sólo en ella tenían cabida las elites, pero pronto las clases populares comenzaron a copiar esta forma de asociacionismo. Y dieron el paso al mundo rural en las zonas donde el desarrollo económico es mayor. Allí encontramos los casinos “de los ricos” y “de los pobres”.

En La Puebla de Híjar se daba el factor necesario de desarrollo económico para la creación de los casinos, pero ya antes de la fundación del la azucarera tenemos noticias de uno. El único que estaba suscrito al Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón, en 1907, era el Casino La Unión[25], de La Puebla de Híjar. El Boletín era leído por las elites locales, lo que nos lleva a pensar que este casino estaba formado por ellos.
El desarrollo en la década de los veinte fue espectacular, encontramos un casino de las elites (Casino La Puebla) y otro más popular (Casino Moderno), el cual duro hasta la década de los noventa. Pero al mismo tiempo encontramos el Casino Independiente, del cual no sabemos exactamente su filiación, y un Centro Instructivo y Recreativo. Incluso una sociedad deportiva, la Agrupación Deportiva Celtiberia, fundada en 1924, que también hacía las veces de centro recreativo.

Este desarrollo tuvo su continuación en la década de los treinta. Continuaron existiendo el Casino La Puebla y el Casino Moderno, y apareció el Centro Republicano Socialista que hacía una doble función, política y enfocada al ocio de sus socios.

A finales de los años 20 se fundó la Sociedad Recreativa y de Baile “La Amistad” que fue sustituida en 1932 por la Sociedad Recretativa y de Baile “El Faro”. De la misma forma ocurrió con la Agrupación Deportiva Celtiberia que desapareció en 1932 y fue sustituida por la Agrupación Deportiva AS.

Este tipo de entidades asociativas llegaron a convertirse, sobre todo en núcleos rurales, en puntos de referencia y transmisores del mundo exterior en sus comunidades, operando como elementos concienciadotes de su entorno y difusores de las ideas de su tiempo, “principalmente entre las clases medias que se identificaban mediante la pertenencia al mismo centro”[26].

Nos encontramos ante un pueblo que tenía una gran vida asociativa siendo pionero en su zona, debido a su modernización económica.



La Azucarera de La Puebla de Híjar durante la Guerra Civil

El cambio económico y las consecuencias sociales producidos durante la guerra civil en las zonas dominadas por los anarquistas ha sido motivo de numerosos estudios. Es unánime la idea de que nos encontramos ante el cambio económico y social más radical de la Historia.

Desde el mismo día de la llegada de las milicias el orden social comenzó a ser invertido. Los símbolos que representaban el anterior orden ardieron en hogueras depuradoras, es decir las figuras religiosas, el archivo parroquial y parte del archivo municipal, aunque curiosamente se conservó el registro de la propiedad. También fueron confiscados los bienes de los comercios de la gente considerada de derecha y repartidos entre la población para ayudar en la alimentación de las milicias. Todo el orden hasta entonces conocido había desaparecido. Los más acomodados, y tradicionalmente gente “de orden”, no tenían unas fuerzas de orden en las que refugiarse. En ese momento estaban al otro lado y entonces eran ellos los vigilados. Los miembros de las organizaciones de izquierda, todos de la población debido a la fuerte implantación antes de la guerra,  se hacen con el poder político.

A nivel económico, lo primero que se organizó fue el trabajo en la azucarera, para ello se convocaron varias asambleas[27]. Seguramente en ellas fue elegido el comité de fábrica, que compuesto de trabajadores, se encargó de la dirección de la empresa. En un principio y debido al caos original, la fábrica y su producción estaban controladas desde el comité revolucionario[28]. Desde él se daba salida al azúcar y a la pulpa hacia diferentes poblaciones de Aragón y Cataluña, pero éste control sólo duró hasta principios de septiembre. Para esas fechas el comité de fábrica y el general Ortiz, que sabía de la importancia de la fábrica se hacen cargo de la producción. La importancia de la azucarera era mucha debido a la coyuntura de la guerra, ya que de las ocho azucareras que se encontraban en Aragón (la región de mayor producción de azúcar), sólo dos quedaron en el bando republicano: La Puebla de Híjar y Monzón[29]. El propio Ortiz sabía de la importancia de una buena administración de dicha fábrica:
“La fábrica de azúcar de La Puebla de Híjar es por así decirlo la base económica que sirve en principio para el desarrollo posterior de las colectividades. Después de la intervención que una vez explicada a los obreros de la misma, fue bien comprendida y apoyada nombré un contador delegado, para llevar la contabilidad y la fiscalización comercial de la misma. Era un joven catalán llamado Puigvert, de Izquierda de Cataluña o de Estat Català, no recuerdo bien, y que desempeño su cometido con todo afecto y entusiasmo.”[30] Como si el tiempo hubiera querido darles la oportunidad de la venganza, dos miembros de los expulsados de la misma fábrica por su intención de fundar un sindicato cenetista en 1921, ocuparon puestos en el comité que dirigió la azucarera[31].

Posteriormente fue el Consejo de Defensa de Aragón el que tuteló la producción de la fábrica, para ello se realizaron diversas reuniones[32]. Pero no sólo la producción era una preocupación la aplicación del comunismo libertario también llegaba a los salarios, aunque parece que no fue muy difícil:

“En La Puebla de Híjar ha solucionado también el problema de la nivelación de los jornales, si bien tiene interés en hacer constar que le han facilitado mucho la labor la buena disposición de aquellos que percibían salarios elevados y se han mostrado dispuestos a sufrir una baja en los mismos.”[33]

Esta imagen que ofreció la consejería de Trabajo del Consejo de Defensa de Aragón sobre La Puebla de Híjar era muy diferente de lo ocurrido en Monzón, donde existieron graves problemas para el igualitarismo salarial[34].

La designación del trabajo se hacía a través de los sindicatos, que nombraron una comisión que vigilara que no existieran preferencias de contratación dependiendo a que organización se perteneciera. También se pretendió que no hubiera dos azucareros en la misma casa para conseguir una mejor distribución de la riqueza[35].

Sabemos que en Monzón la situación de la azucarera mejoró, y no obtenemos datos para pensar que en La puebla de Híjar no ocurriera lo mismo. “Los obreros junto con el Consejo de Aragón y las colectividades, decidieron repartir los beneficios que resultasen la campaña; concretamente a los agricultores les corresponderían 26,50 por tonelada de remolacha.”[36] En La Puebla de Híjar el Comité de Fábrica estimó los beneficios en 1.643.601,89 ptas. y una producción de más de 12 toneladas[37]. Aunque no tenemos datos exactos de la remolacha recibida, según nuestros cálculos[38] la producción fue el doble que la ultima campaña anterior a la guerra. La mejora de producción se debió fundamentalmente en la situación producida por la guerra, ya que el monopolio azucarero desapareció en el Aragón republicano, quedando solamente las azucareras de Monzón y La Puebla de Híjar. Pero no debe pasar por alto la capacidad que tuvo el comité de fábrica para poder llevar a cabo la producción.

Este crecimiento de la producción significaba la tranquilidad del remolachero después de los años de crisis, aunque el comité de fábrica se negó a hacer contratos escritos y “las condiciones serán aquellas que emanen del sentido moral y material de cada caso”[39]. No tenemos constancia que esta condición fuera utilizada para presionar a los campesinos individualistas, como en Monzón donde “los campesinos que no participaban en las colectividades encontraban muchos inconvenientes para cobrar la producción entregada a la azucarera”[40]. El comité de fábrica, también acordó una subida de precios de la tonelada de remolacha aunque no llegó a los niveles anteriores a la crisis significaba otra mejora, la tonelada de la remolacha de transplante fue de 74 ptas y la de siembra directa 79[41], una mejora de 5 ptas por cada tonelada en comparación con la última campaña antes de la guerra.
Las azucareras y el Consejo de Aragón tuvieron algunas dificultades como la consecución de la semilla de la remolacha y la de abonos[42]. La importancia de ambos era vital y los remolacheros eran conscientes de ello, buena muestra es que la primera incautación legal que se hizo en La Puebla fue la del almacén de abonos que aunque la hizo el comité local, lo puso en conocimiento del control obrero[43].

El control del comité y del Consejo de Aragón sobre la azucarera, fue motivo de queja por parte del Sindicato Nacional Azucarero y de Alcohol Industrial, perteneciente a la UGT, porque “han mordido en ella todo lo que han podido” y consideraban que se había “semi-independizado”[44], como la de Monzón y la de Menarguens.

La historia de la azucarera durante la guerra civil acabó con la destrucción de gran parte de sus instalaciones en la ofensiva del ejército franquista. Tras la guerra, la azucarera fue reconstruída pero ya era otra azucarera y sobre todo, era otra sociedad, más gris, más triste y sin libertad.



[1] Vease, Les Lieux de Mémoire, sous la direction de Pierre Nora (7 vol.) I. La République, II. La Nation (3 vol.) y III. Les France, (3 vol.), Ed. Gallimard, Paris, 1984-1992.
[2] A.M.P.H. Padrón Municipal de 1935.
[3] GERMÁN ZUBERO, L. Aragón en la II República: estructura económica y comportamiento político, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1984. Pág. 63.
[4] A.M.P.H. Caja 193, carpeta 35. Lista de mayores contribuyentes de La Puebla de Híjar de 1930.
[5] MARQUESÁN MILLÁN, C. La II República en Híjar, C.E.H., Zaragoza, 2001. Pag. 65.
[6] FORCADELL ÁLVAREZ, C. “Identidad comunitaria e historia en el Bajo Aragón y en el Maestrazgo” en RÚJULA LÓPEZ, P. Entre el orden de los propietarios y los sueños de rebeldía. El Bajo Aragón y el Maestrazgo en el siglo XX., GEMA, Zaragoza, 1997. Pag. 15.
[7] Para una información más amplia SIERRA BARRERAS, R. “La  Azucarera del Bajo Aragón y la crisis del sector en la II República” en Rujiar V. Miscelánea del Centro de Estudios del Bajo Martín (2004).

[8] VV.AA. La remolacha y la industria azucarera en la economía aragonesa. Caja de Ahorrros de Zaragoza, Aragón y La Rioja, Zaragoza, 1980 pp. 42-43
[9] RÚJULA LÓPEZ, P. “Entre el ocio y la política. Los casinos políticos como espacio de sociabilidad (1917-1937)” en RÚJULA LÓPEZ, P. (coord.) Entre el orden de los propietarios y los sueños de rebeldía. El Bajo Aragón y el Maestrazgo en el siglo XX, G.E.M.A., 1997.
[10] A.M.P.H. Caja 200. Informe político social sobre Pelegrín Romeo Gareta.
[11] A.M.P.H. Caja 24, carpeta 1. Correspondencia del 11-V-1935.
[12] GERMÁN LÓPEZ, L., “El socialismo en Aragón (1923-1936)” en VV.AA.,  Historia del socialismo en Aragón. PSOE-UGT (1879-1936), Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Zaragoza 1979.

[13] A.M.P.H. Caja 24, carpeta 1. Correspondencia del 10-VI-1935. La solicitud es hecha por el mencionado Lucas Quero Lahoz, por Rufino Santos Carrasco y por el el Sindicato Profesional Industria azucarera de Vitoria, Santiago Aramburu.
[14] Sobre el tema del anarcosindicalismo en La Puebla de Híjar veáse Sierra Barreras, Román “Anarconsidicalismo en La Puebla de Híjar” en Rujiar VI, año 2006.
[15] KELSEY, G. Anarcosindicalismo y Estado en Aragón (1930-1938) ¿Orden Público o Paz Pública?, Gobierno de Aragón, Inst. Fernando el Católico y Fundación Salvador Seguí, Zaragoza, 1994. Pág. 48
[16] CASANOVA RUIZ, J. Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa 1936-1938. Siglo XXI, Madrid, 1985. Pag. 28.
[17]  A.H.N. Causa General, Caja 1422. Informe realizado por el comandante del puesto de la guardia civil el 31-X-1941.
[18] A.G.C. PS Aragón. Caja 50. Entre otras encontramos a Pilar Maurel Pellicena y a Juana Alonso Valero.
[19] VV.AA. La remolacha y la industria azucarera en la economía aragonesa. Caja de Ahorrros de Zaragoza, Aragón y La Rioja, Zaragoza, 1980  p. 109
[20] Para una visión de la crisis azucarera en Aragón, GERMÁN ZUBERO, L. Aragón en la II República, Pags 94-99
[21] Censo Electoral Social de 1932. GERMÁN ZUBERO, L Op. Cit. Pag. 95
[22] A.M.P.H. Caja 198, carpeta 26.
[23] A.M.P.H. Bando del día 3-IV-1935
[24] ¡Adelante! Del día 11-III-1933. Pag. 3
[25] Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón, I, 6 (1907)
[26] Ibidem.
[27] A.M.P.H. Bando del día 9-VIII-1936. En esta primera sólo acudieron los empleados y obreros fijos. Bando del día 23-VIII-1936. En ésta asamblea acudieron obreros fijos y temporales.
[28] En el A.M.P.H. caja 193
[29] CASANOVA RUIZ, J. Op. Cit. Pag. 98.
[30] ORTIZ, A. de su archivo personal, el documento tiene el título La segunda columna sale de Barcelona, citado en MÁRQUEZ RODRÍGUEZ, J.M. y GALLARDO ROMERO, J.J. Ortiz. General sin dios ni amo, Ed. Hacer, S.L., Barcelona, 1999.
[31] A.M.P.H. Caja 200. Expediente de Manuel Bordonaba Guallar.
[32] Nuevo Aragón 23-I-1937 pag. 7. Ibidem 24-I-1937.
[33] Nuevo Aragón 27-I-1937.
[34] CASANOVA RUIZ, J. Op. Cit. Pag. 186-187.
[35] A.G.C. P.S. Aragón Ar-50. Doc. 70 fechado el 1-I-1937.
[36] CASANOVA RUIZ, J. Op. Cit. Pag. 189.
[37] A.G.C. P.S. Aragon. Ar-50. Doc. 108.
[38] Estimamos que para conseguir unos 12 kg. de azucar son necesarios 100 kg. de remolacha por lo que suponemos que se recibió unas 100 toneladas de remolacha. La proporción azucar-remolacha en VV.AA. La remolacha y la industria azucarera en la economía aragonesa, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja, Zaragoza, 1980. Pag. 86.
[39] A.G.C. P.S. Barcelona 397. Doc. 139.
[40] CASANOVA RUIZ, J. Op Cit. Pag. 188.
[41] A.G.C. P.S. Barcelona 397. Doc. 139.
[42] Ibidem.
[43] A.M.P.H. Caja 8, libro 1. Sesión del 18-IX-1936.
[44] Archivo Fundación Pablo Iglesias.  AH-38-46 UGT-C.E. Carta de la Comisión ejecutiva provisional del Sindicato Nacional Azucarero y de Alcohol Industrial (U.G.T.) a la Unión General de Trabajadores, fechada el 20 de marzo de 1937

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