El IES Pedro Laín Entralgo: El significado de su misión, tras un tercio de siglo educando

Por Francisco Javier Lacueva Used







  ...Y algo más que el término educar podría completar el epígrafe. Los centros educativos siempre responden con su presencia a intereses de índole diversa, las más de las veces en relación con el bien comunitario. Según las épocas, las intenciones han ido, bien por el campo de la instrucción, bien por el campo de la educación, pero siempre por la senda de la formación del ciudadano o del individuo, con mejores o peores intenciones, no hay que olvidarlo. Pues bien, la trayectoria del centro de educación secundaria «Pedro Laín Entralgo», así intitulado el día 24 de marzo de 2001, ofrece interpretaciones y lecturas más profundas, si cabe, que las razones generales que se han apuntado y están tan presentes, que merece la pena utilizar este tiempo verbal para situarlas en el imaginario común y analizarlas.

   Efectivamente, este centro muestra una visión poliédrica, que va más allá del concepto educar, y cuya reflexión permite comprender mejor la historia social, económica y cultural de los últimos 30 años de lo que se conoce como comarca del Bajo Martín. Cuando el día 8 de octubre de 1984 abre sus puertas a 43 alum-nos en lo que son las antiguas escuelas, en la cuesta de la Abadía de Híjar, acaba una etapa centralista, desde el punto de vista de la organización administrativa, que perjudica en ese momento a poblaciones relativamente alejadas de los núcleos más poderosos, como es el caso de Alcañiz o Andorra, por ceñirse al medio geográfico que enmarca este comentario. Se inicia así un periodo en el que, con todas las limitaciones que se quiera, no solo empiezan a ofrecerse más facilidades a esos chicos y chicas de Híjar, La Puebla de Híjar o Urrea de Gaén, que comienzan a estudiar 1º de Formación Profesional en Moda y Electricidad, si no que se da el primer paso para que esos adolescentes vayan entendiendo los ideales de territorio compartido -¿comarca?- y de buena vecindad. Pero el proyecto no acaba más que de empezar. Quedan 30 años de recorrido, casi un tercio de siglo...Y aunque es evidente que, en sentido estrictamente histórico, este periodo de tiempo es insignificante, si se traslada al campo que motiva esta digresión, se sustancia en un recorrido cronológico digno de análisis, por su trascendencia. Estamos todavía en 1984.

   La LOGSE (Ley Orgánica General del Sistema Educativo) vería la luz el día 3 de de 1990, la Ley que reconocía administrativamente la existencia de la comarca del Bajo Martín se alumbraría el día 12 de marzo de 2003 y la polémica por la futura ubicación de lo que debía de ser el instituto de esta zona del Bajo Martín empezaba a intuirse casi desde el mismo instante en el que la profesora doña Pilar Sancho asume el cargo de profesora delegada de la sección del instituto de formación profesional de Andorra, ese 8 de octubre casi mítico. Estos tres hitos marcarán el devenir de este enclave educativo, y de qué manera.

   La LOGSE aceptaba situaciones pedagógicas como la que se daba en Híjar y las encuadraba en una estructura de «secciones» dependientes prácticamente en todo de otros institutos, bien de Formación Profesional, bien de Bachillerato. La fórmula permitía que cierto número de alumnos pudiera formarse en su localidad, o en otras más próximas, sin tener que realizar el desplazamiento obligado de 70 u 80 kilómetros diarios a esos centros ubicados en las cabeceras de comarca. La situación era lógica, salvo cuando la «sección» iba creciendo y configurándose como un ente con personalidad propia. En este sentido, el futuro instituto de Híjar fue pionero al reclamar su autonomía pedagógica, didáctica y económica, junto con el de Monreal del Campo. Aquí se emprendió una larga disputa con diferentes sectores de la administración desde el curso 1995/96 –secundada también por las secciones de Mora de Rubielos, Cella, Alcorisa y Calanda-, que finalizó en el curso 2000/01, cuando se reconoció jurídicamente a todos estos centros. Como consecuencia de este frente común, las comunidades educativas de estas localidades turolenses entraron en contacto, lo que permitió la creación de la asociación de directores de la provincia de Teruel, Adeste –por cierto, vista con gran recelo por las autoridades educativas del momento. Afortunadamente hoy todos se suben al carro del logro que supuso...La memoria es fundamental-. Fue un paso importantísimo en su conjunto, pero no resultó ser el único ni el último. Es cierto que tres años atrás se había dilucidado otra gran disputa para conseguir unas instalaciones nuevas y modernas y para decidir dónde debía de construirse, aunque las tensiones entre Albalate del Arzobispo e Híjar por ostentar la capitalidad educativa, por un lado, y las discrepancias entre la población hijarana por la ubicación definitiva del instituto tuvieron gran eco y fueron un auténtico plebiscito ideológico en muchos casos. Pasará a los anales la asamblea celebrada un 31 de diciembre en el Hijarano en la que partidarios y detractores de la ubicación del instituto, bien al lado de la carretera nacional, bien en su definitivo solar, debatieron enardecidamente entorno a la cuestión «casi hasta las campanadas».

Fue inolvidable. Pues bien, sea como fuere, el nuevo instituto abrió sus puertas el día 12 de abril de 1999 y se inauguró el día 7 de mayo del mismo año, a pesar de los agoreros de turno y de otros pesares...

   Y paralelamente a este arduo, aunque apasionante, proceso se iba gestando y tejiendo un propósito intangible, invisible, pero constatable al mismo tiempo, y que tenía que ver con la idea de territorialidad; con la idea de pertenencia a un espacio geofísico y cultural, que iba a sustentar el concepto de comarca. Efectivamente, el recorrido vital de lo que sería el instituto de educación secundaria «Pedro Laín Entralgo» y esta idea de comarca se alimentaron recíprocamente; se fueron configurando como dos testimonios de una realidad, que tenía muchísimos aspectos positivos. Políticos y asociaciones locales -¿comarcales?-, familias e instituciones de toda índole comprendían –salvo las inevitables excepciones, como fue el caso del alcalde de Albalate del Arzobispo- que el instituto «comarcal» se podía convertir en un hito de unión en un territorio que necesitaba de estos gestos para avanzar en un proceso, por otro lado, irreversible, en la comunidad autónoma de Aragón como era el de la comarcalización. Pero todavía faltaba un hecho más, un cuarto hito que añadir a los tres antes mencionados, que iba a dar mayor solidez, si cabe, a este proceso de socialización educativa y cultural que lideraba el instituto: la presencia de don Pedro Laín Entralgo en Híjar el día 24 de marzo de 2001 en el acto de intitulación del instituto. Aquella jornada forma parte del imaginario colectivo de esta comarca por lo que supuso. Laín Entralgo había aceptado orgullosamente dar nombre al instituto y la propuesta de su «candidatura» había sido aceptada igualmente por todos los sectores sociales e institucionales comarcales, que no era poco, porque es preciso tener presente que la relación entre el ilustre pensador y su tierra se había fracturado hacía mucho tiempo. Fue un reencuentro emocional y físico inolvidable y supuso, sin duda, el inicio visual de una gran etapa educativa y cultural en el Bajo Martín. Se puede afirmar sin ambages que aquel momento significó para todos un verdadero «descargo de conciencia», una reconciliación con la lógica, una exaltación de lo que une y una apuesta por el principal valor que tiene una sociedad, que es la educación y la cultura.

   Pero la tarea no estaba finalizada. El día 3 de mayo de 2003 se firmaba ante notario la constitución de la fundación Cultural Bajo Martín, formada por ocho de las nueve localidades de la comarca –volvía a estar ausente Albalate del Arzobispo-, una entidad financiera –Caja Rural de Teruel-, la Diputación Provincial de Teruel, Electrabel y dos personas físicas –don Mariano Esteban, director de la CAI de Híjar, y don Francisco Javier Lacueva, primer director del IES Pedro Laín Entralgo-, a la sazón promotores de este proyecto de unidad y de consenso auténtico. Pues esta fundación también se gestó dentro de los muros del instituto dos años atrás y supuso, sin ninguna duda, la culminación de este proceso iniciado en 1984. El nacimiento de esta fundación fue sólido –especialmente cuando Albalate del Arzobispo, en la figura de su alcalde, don Antonio Del Río, mentor y baluarte de unidad, sin duda, se adhirió al proyecto-y significó posiblemente la representación visual de todos esos principios que guiaron todas las acciones aquí recordadas y analizas, principios avalados por la participación colectiva de casi toda la comarca en la construcción de un proyecto real y tangible.

   El tiempo y la memoria son conceptos indisolubles y jueces que no admiten apelación alguna. El 8 de octubre de 2014 –a penas dentro de 10 meses- se cumplirán 30 años desde que se abrieron las aulas de las antiguas escuelas de Híjar al griterío de 43 alumnos, como ya se ha dicho, y es tiempo de volver la cabeza y valorar lo hecho y lo no hecho, las promesas convertidas en palabras huecas –por tenores de la educación huecos, tomando la idea del imprescindible Machado- y las propuestas realizadas que llegaron a término, las figuras efímeras (que hablaron de proyectos fantasiosos y demagógicos, que hubo unas cuantas) y las que creyeron de verdad en la educación, la cultura, el consenso y el diálogo como motores de progreso de la comarca del Bajo Martín. Se acabó el tiempo de silencio; puede ser ya un tiempo de evocación y revisión.

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